viernes, 20 de diciembre de 2013

Las Entrañables

En estás fiestas señaladas me siento:
Melodramática
Ojoplática
Sarcástica
Triste
Abrumada
Contrariada
Hastiada
Cansada
Estresada
Melancólica
Descreída
Solitaria
Acompañada
Fiestera
Compungida
Harta
Inocente
Sensible
Pasota
Aburrida
Desesperada
Somnolienta
Confundida
Cauta
Formal
Irónica
Afónica
Cocinera
Compañera
Hija
Hermana
Tía
Amiga
Huérfana
Desorientada
Divertida
Generosa
Emocionada
Egoísta
Pensativa
Apasionada
Milonguera
Guapa
Glamorosa
Creativa
Ilusionada
Enfadada
Agotada
Agradecida
Y también, deseando pasen.



miércoles, 18 de diciembre de 2013

El Hobbit: La Desolación de Tolkien

Cuando era adolescente leía todo lo que caía en mis manos, todo absolutamente. Iba definiendo gustos y era casi enfermizo terminar uno y asomarme al abismo del siguiente. Mis padres no daban crédito puesto que no habiendo un hábito familiar, cayera fanáticamente en las redes de las palabras. Tiempo después este comportamiento mío hizo que ellos también terminasen acercándose a tantos libros con los que aparecía por casa, como si fueran un tesoro. Que lo son.
Con diecisiete años hubo uno que me llamó la atención, ya empezaba a decantarme por la literatura épica y fantástica. El Hobbit, un librito que me gustó mucho e hizo me lazase a buscar cualquier otra lectura de aquel autor: J.R.R.Tolkien. Evidentemente la siguiente aventura fue ir de cabeza a El Señor de los Anillos, con sus tres libros contenidos en un volumen y una cantidad de páginas más que desalentar, me produjo alegría el pensar cuanto tiempo estaría colgada de su lectura.
Aquello fue tremendo, lo leí en apenas unas semanas en plenos exámenes, con los nervios paternos al límite al verme siempre con el libro entre manos en vez de los de estudiar. No hubo motivos para el enfado porque todo quedó satisfecho: mi avidez por la lectura, la satisfacción por las buenas notas con la consiguiente la alegría de mis padres, por lo cual decidieron regalarme otro libro; El Silmarillión. Con éste reconozco que me patinó la neurona durante la lectura.
Todos los lectores compulsivos sufrimos del mismo mal, te gusta un libro y quieres leerte todo que haya sido escrito y perpetrado por el autor. A lo loco y sin criterio (no es el caso).

A pesar del esfuerzo mental desarrollado en tan poco tiempo, quedé seducida por el mundo Tolkien en todo su esplendor, tanto que he llegado a ser un poquito friki con el tema. Expongo unos ejemplos que pueden dar fe de lo malas que se ponen las cabezas: tengo un pequeño "altar" con las películas, los libros, las figuritas que venían con las pelís y algún producto de merchandising como el colgante de los elfos, por otro lado una joya bellísima. En otro tiempo tuve el anillo único, uno de tantos anillos únicos y que ciega de amor filial le regalé a mi sobrino. A veces me da el síndrome Gollum y lloro por el anillo perdido. He  ido disfrazada de Elfo a los estrenos de las películas del Lord y también me regalaron a Dardo, la espada de Frodo, antes de Bilbo que hace ruidos y se pone azul a la que meneas y avisa que hay orcos en los alrededores. Es toda una verbena la espadita y quitarle las pilas fue una de las grandes decisiones de mi vida.
No tengo fotos de aquellos momentos con la pena consiguiente.
Así que vistas las tres películas de El Señor de los Anillos, en las que me lo pasé genial y colmaron mis expectativas respecto a las mismas, como no iba a sentirme seducida frente al Hobbit.
Realmente este libro aunque me gustó no me pareció tan extraordinario como el resto, pero lo disfuté por su lectura fantástica y sobre todo por la cantidad de personajes maravillosos: hobbits (medianos), enanos, elfos, magos….. locura todo.
El año pasado me enfrenté a la primera película, recordando el argumento del libro y dispuesta a ver una adaptación al cine. Una cosa es un libro y otra la adaptación, aunque las anteriores apuestas me parecieron bastante fieles a la historia, estuve sospechando que algo no iba bien porque el libro no daba para tres películas.
Lo cierto es que la primera me dejó atónita. Atónita de aburrimiento porque no es más que unos señores que se plantan en casa del pobre Bilbo, se lo comen todo, aparece el comercial de la batamanta, Gandalf el gris y luego de convencer al hobbit de hacerse saqueador (me pírria, yo también quiero ser saqueador) para marchar con ellos. Luego aparece Gollum haciendo las delicias de todos. Reconozco mi debilidad por ese bicho y repugnancia/ternura que me despierta. Ya no pasa nada más, bueno si, ese enano atractivo que es Thorin Escudo de Roble, me hizo recordar lo sentido por él en el libro. Que tiene dos bofetadas.
No pude evitarlo, este sábado fui a ver El Hobbit: la desolación de Smaug. No fue el único desolado. Desde luego las hordas de adolescentes que gritaban cual orcos estaban encantados, pero los que ya tenemos una edad, con algunos años entre la lectura del mundo Tolkien y la filmografía nos recorrió un escalofrío medular serio. Lo mismo era un cine interactivo y no me enteré que había unas corrientes de aire que no ayudaban a centrarse.
Thorín seguía despertando mis ganas de insultarle por lerdo. A Gandalf no le entiende nadie ni en la Tierra Media ni en la entera. Bilbo resuelve con gracia para ser un apacible hobbit. Légolas, que por él que si pasa el tiempo y un aumento extraordinario en el padrón de Elfolandia. 
No me animé a verla subtitulada, no quería perderme en el atractivo visual trepidante y por supuesto, no andar a la caza ni de enanos ni subtítulos. Y entonces hablo el Smaug El Dragón.
Madre, madre, madre, madre. 
¡Qué me enamoré como el burro de Shrek de su dragona! ¡Que personalidad! Atractivisimo con sus alitas y ese aliento que enciende a cualquiera. Lo mejor de la película. En la primera fue Smigol, alias Gollum y en esta, Smaug.
Iré a ver la tercera por supuesto, con menos convencimiento todavía,  aunque sólo sea para ver ese bichaco que me arrebata. 
En fin, Peter Jackson se ha hecho con los mandos de las adaptaciones y estas películas tienen de la historia Tolkien lo que yo de cura párroco. Nada.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Baztango y el Laberinto de las Emociones

¿Pensar que estuve a punto de perdérmelo?
El error fue mío, si esperas que alguien te diga o que se confirme "nosequé", te puedes quedar en tierra y cara de circunstancia.
Afortunadamente y sin esperar más, escribí a Joseba y le pregunte a última hora si quedaba plaza libre. Era el viernes anterior a evento y ellos iban a estar fuera por trabajo. "En cuanto podamos te contesto". Y lo hizo el domingo a última hora de la noche. No sé por qué, pero estaba convencida que había un hueco para mi. Y lo hubo.
Así que de repente me encontraba a tres días de tomar el coche (no cojo el coche desde que conozco tanto argentino) y viajar a otra dimensión, digo a baztango.
Cómo ya he tenido la suerte de ir en anteriores ocasiones, sabía que lo que iba a encontrar aunque con el gusanillo del la inquietud pensando "lo mismo no es como otros años y no lo paso bien". No sé, siempre tengo es cosita dentro ya vas con unas expectativas tan altas a este tipo de eventos y, la verdad, es que no tenía ni idea de lo que me esperaba.
Durante todo el viaje en coche que realicé sola, fui cantando a voz en grito pletórica de alegría. No me perdí (bien por mi) y pendiente que estaba de salidas de autopista, rotondas y montañas (soy de “Madrí” cuando veo una montaña me quedo tonta) y de repente, apareció el hotel Arocena ante mis ojos.
Llegué más pronto de lo esperado, así que subí a la habitación. Una pequeña, muy pequeña con un armario y cama grandes, muy grandes, con unas vistas de locura. Quedaban muchas horas por delante para comenzar y decidí descansar un poco. Madrugar, cinco horas de coche y la emoción, creí inocentemente que dormiría un rato.
Creo que ahí empecé a sentir el mal del milonguero. No duermes ni queriendo. Tampoco es que lo pusiera en las actividades, es verdad.
En el tiempo que tarde en darme cuenta que iba ser inútil descansar, me estaba poniendo nerviosa por momentos así que me puse en marcha. Lo primero que había que hacer era tomar el primer café de todos los que me he podido tomar este festival. No sé como no he acabado fulminada alguna noche de tanta emoción y cafeína.
Este año coincidía que en Madrid había otro encuentro así que sólo estuvimos 2 personas como representación capitalina y cada una nos tomamos una habitación. Hay que reconocer que es más barato compartir pero así, también es más tranquilo y puedes tener la habitación como si hubiera habido un terremoto. La mía.
El cinco de diciembre de dos mil trece, a ocho de la tarde: comienzó Baztango.
Como si hubieran dado una corriente de luz a todos los que abarrotamos el salón, preparados para cenar, con el brindis presto, la presentación por parte de nuestros anfitriones Joseba y Bakartxo de todo el equipo de magos y buenos amigos, surgió el primer estallido de júbilo.
Eso es lo que tiene Baztango para los que repetimos, los nuevos a la congregación se embelesan sintiendo como nos reencontramos y abrazamos. Nos miramos y sonreímos. Nos tocamos. Porque estamos de nuevo ahí, a punto de viajar a otro mundo.
Y comenzó de nuevo. Comenzó la alegría y con ganas.
Siempre que asisto a algún encuentro de este tipo, donde somos poco menos de doscientas personas, se nos puede sentir a todos y me encanta la sensación que se trasmite.
La luz en la milonga de Baztango es un adorno más. Mesas dispuestas alrededor de una pista magnífica donde sólo nos dolerán los pies porque estaremos dispuestos al sacrificio de horas y horas baile. Muchas, a veces demasiadas para aguantar tacón 7 horas. No importa te cambias por un calzado más cómodo, estás entre amigos. Muchos no nos hemos visto nunca pero aquí eso dura un suspiro. Reconocemos nuestra energía y nuestros corazones.
La primera noche la música fue maravillosa. Enrique Barraquero, un tipo con una mirada y sonrisa llena gran energía. Tal vez fuese porque era la primera noche aunque yo sentí lo mismo, con cada milonguero que me enfrentaba a la pista decía lo mismo: “qué tanda más buena nos ha tocado”. Era cierto.
No puedo decir que eso no ocurriera en cada una de las milongas sucesivas, porque ha sido el mantra de cada una de las noches.
Recuerdo un milonguero al cual había visto en varias ocasiones, me gustó su forma de bailar aunque nunca tuve el placer de hacerlo porque había sido invisible a sus ojos milongueros, hasta esa noche. Por eso me encantan estos lugares, todos nos vemos, sentimos y tenemos nuestra oportunidad.
Me sacó a bailar. Increíble experiencia, y lo primero que le dije entre tango y tango cuando me preguntó que tal, fue: "hace años que estoy esperando a que me sacarás".
Es verdad, tengo una técnica para hacer amigos harto curiosa, pero efectiva. Nos reímos y continuamos bailando todas las noches. Valió la espera y ahora también, tengo un amigo maravilloso.
Pero no fue el único bailarín que me hizo volar, porque cuando llegas a baztango comienzan a abrirse los corazones y la energía fluye por los brazos. Estos abrazos son poderosos y nos conectan fuertemente más allá de nuestro cuerpo, con la energía que movilizamos en los movimientos.
Para mi fue el reencuentro con maravillosos bailarines, con nuevos abrazos y nuevas conexiones.
Una de las sensaciones más gratas que se puede llegar a tener es cuando bailas con alguien por primera vez y sucede la conexión mágica del abrazo y el movimiento fluye en un torbellino de energía. Cuando paras las dos personas se sonríen porque han entendido lo ocurrido. No hay músculos suficientes en el cuerpo para apoyar la sonrisa, el agradecimiento por esa fabulosa sensación. Cuando vuelves a envolverte en el abrazo, los siguientes tangos serán todavía más electrizantes.
Eso ocurre en Baztango. Como muchos de esos lugares donde nos apretamos durante varios días la energía va relajando los cuerpos, surgen conexiones ya simplemente en la mirada, en el roce de las manos. No sólo en la pista. Conectamos y nos sentimos todos.
Según van avanzando los días, dormimos menos y bailamos más y más.
Baztango es un encuentro donde no te dejan quieto. Sus propuestas diarias nos van sometiendo a un “crescendo” de alegría imparable.
Este año no me quise despistar y gracias al cielo, me sometí el viernes pronto a Gemma. Este año estaba pletórica de energía y me dio un masaje y achuchón, que de nuevo me descargó tensión y salí de aquella habitación dispuesta a comerme el momento. Qué acierto siempre es andar relajado porque todo lo que se te viene encima es abrumador.
El viernes dos milongas, la primera con chocolate con bizcochos. Eso de bailar, trasnochar y no parar hace que necesitemos azúcar en vena alocadamente. Claro, solo íbamos a bailar unas ocho horas, quien dice que no a la milonguita de 2 horas previas.
El viernes el excelentísimo don Mariano Quiroz, puso música. Vinilo tras vinilo, tanda a tanda, locura continua. 
El sábado es para quitar el sentido, con la degustación de sidras y el son cubano que nos volvemos literalmente locos (lo del trenecito, lo voy a obviar).
El último día Joseba, que musicaliza de tal manera que dan ganas de tomar el coche e irse desde Madrid a Chacabuco 852 sin pensar, cualquier día.
Y por si no teníamos suficiente, Federico y Sabrina el viernes y Adriadna y Fernando el sábado, nos deleitaron con sus exhibiciones. No quedó ahí el placer con ellos. Se unieron a todos nosotros con sus sonrisas, cercanía y amabilidad. Nos regalaron su presencia de grandes profesionales y como cualquier milonguero del evento, disfrutaron de todas las actividad como uno más. Sólo los grandes hacen esas cosas y les aplaudo por su cercanía.
También, puedo contar de comidas que eran desayunos. De cenas con risas y prisas por ir a engalanar nuestros cuerpos milongueros.
De alguna escapada a los montes que rodeaban el hotel, al mar, que está a tiro de piedra, a pasear por Zestoa, que algunos ni pisamos hasta el último día en la milonga del portón.
Luego está la historia particular, esos momentos preciosos de cada uno, donde conocemos nuevas personas tanto para bailar sin fin, como para que se queden en tu vida. El mundo del tango tiene la suerte de repartir amor en cantidades industriales. Personas que espero volver a encontrarme con ellas más pronto que tarde, porque se te cuelan en la vida, como si fueran de siempre.
Estos cuatro días son como una meditación guiada. No hay nada más, nada fuera, que no sea el hotel y la milonga. Estas viviendo en un sueño, que sabes tienes que despertar y te empeñas en disfrutar cada instante de esas horas, que son un regalo.
Cuando toca volver, siempre llevo encogido el corazón, la emoción en la garganta y el hueco de los brazos los sientes vacíos.


Este año no lloré al regreso, me llevaba a un Dj para Madrid con un montón de vinilos en el maletero, y yo sólo lloro en intimidad o una pista de baile.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Señá Galindo... ¿otra cañita?

Tanto si vives en Madrid o vienes a la capital, puede que entre tus actividades se encuentre salir a tomar algo la cava baja o porqué no, una mañana de domingo visitar El Ratro, estarás en el barrio de La Latina.
Parte del centro histórico de la capital que no puedes perderte tomando una caña, vermú, vinito, unas tapitas. Si alargas el día te ofrecerá un amplio catálogo de bares de copas y entretenimiento.
Igualmente, entre sus calles se esconden las iglesias más antiguas de la ciudad, el Museo de los Orígenes a la sazón, casa de San Isidro el Labrador y que es gratuito por cierto, por así te animas también a empaparte con algo de cultura histórica. Tiendas, restaurantes, mercado, ocio e historia.
Hablemos de esto ultimo. ¿Sabes por qué recibe este nombre el barrio? He llegado a escuchar respuestas de lo más peregrinas. Una de ellas porque vivían en él gentes que se hacían entender en esa lengua, como ocurre en el barrio Latino de París. Porque viven muchos latinos, inmigrantes sudamericanos. Algo relacionado con algún escritor. Nada de eso es correcto y este país históricamente patriarcal, machista y religioso, no  pudo evitar que se le colase el cariño y agradecimiento a una mujer. Beatriz Galindo.
Probablemente habrás escuchado muchas veces este nombre aunque no se sepas a ciencia cierta quien fue o mejor, quien es. Vamos a hacer que sea algo visible su figura.
Beatriz Galindo fue profesora de latín de Doña Isabel la Católica, tan de moda ahora por una serie televisiva. Realmente fue Isabel quien le hizo llamar a la Corte para que fuese profesora de sus hijos.
Beatriz nació en Salamanca (1465-1534) de una familia venida a menos. Estaba destinada a ser monja por lo tanto fue instruida en gramática y latín. Muy aventajada estudiante y con poco más de diecisiete años era reconocida por todos como una erudita en esta lengua. Tal fue su fama que la reina de Castilla le hizo llamar a la Corte.
Fue por tanto la encargada de enseñar a los hijos de los Reyes Católicos y también a la reina que, si bien era muy inteligente en política, carecía de cultura en otros campos.
Esta mujer amaba las letras, humanista y escritora. Escribía poesía en latín y era seguidora de Aristóteles, e hizo diferentes escritos a propósito de su obra.
Con el tiempo, inteligencia y buen hacer de Doña Beatriz se convirtió en amiga y confidente de la reina. 
Siempre al lado de ésta hasta su muerte de Isabel. Don Fernando sabiendo de la cercanía con la difunta y conocedora de los entresijos en muchos de los asuntos de estado, encomendó que fuese Beatriz quien se ocupase de aquellos.
Se casó, durando sólo seis años el matrimonio. Su marido era militar y falleció en batalla, durante la Reconquista de la península. 
Una vez viuda decidió asentarse en Madrid en donde se sitúa el Palacio de Viana (cerca de la Plaza Mayor), ya conocida por todos como la Latina mandó contruír los conventos de Concepción Francisca y Concepción Jerónima. El Hospital de la Latina al final de la calle Toledo así como escuelas para atender a los más necesitados de Madrid. No tuvo descendencia y no volvió a casar. Hasta el fin de sus días ocupó todo su buen hacer y cuartos a todo tipo de obras en favor de los menos favorecidos de la ciudad, que aún no era capital del reino, aunque empezaba a despuntar como  un núcleo importante.
Una vez falleció fue enterrada en el convento de Concepción Jerónima. Convento que apareció y desapareció en  distintas localizaciones en Madrid. Su cuerpo ha sufrido el peregrinaje que muchas grandes figuras de este país, muy dado a olvidar y a poco reconocer más en el caso de una mujer. Descansa en la cripta del cuarto monasterio de las Jerónimas situado en en una ciudad cercana a la capital. Si pasas por el museo que antes mencioné encontraras el que fue su sepulcro.
Así que cuando vuelvas al barrio de la Latina, échale un recuerdo en forma de brindis a una de las personas que amo esta ciudad y tanto hizo por sus ciudadanos. Por Doña Beatriz Galindo ¡Salud!


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mayormente Modernos



Estás en una peluquería y una mujer que ya olvidó los sesenta años acaba de hacerse un corte genial. Cómodo, despuntado. El pelo blanco luce brillante después del tratamiento. Se prepara para abandonar el lugar paseado un vaquero y plumas azul que contrasta con el corte. Justo antes, saca las gafas llamativas último modelo del bolso y sale del establecimiento. 
O el caballero que está mandando un whatsapp, vestido igual que los dos chicos que están en una mesa junto a él hablando de política. 
Sin quererlo me resultan llamativos, porque no van vestidos de "persona mayor". Seguramente dentro de unos años nos habremos acostumbrados y la apariencia de los mayores nos llamará la atención precisamente, quien se vista de "abuelo". Más que nada, porque nosotros seremos esas personas.
Primero llegaremos los cuarentañeros que de una forma natural, siempre hay deshonrosas excepciones, convivimos y utilizamos la tecnología nos gusta, aprendemos y curioseamos. Nuestro vestuario a sido más o menos a la moda, estamos habituados a hacer una vida más dinámica y en nuestra evolución hemos ido asumiendo la evolución de una forma natural y cotidiana. 
No creo que cuando pasemos la fecha de la sexta década nos dé por cambiar. Los más jóvenes que han visto desde siempre a sus padres e incluso, sus abuelos, estar normalmente con el móvil o la tablet actualizando el perfil de facebook o en plan yayoflauta incendiando twitter con post rebeldes, encuentren fuera de lugar la imagen de unos abuelos en vaqueros y plumas de alta montaña chulos a  más no poder.
Hace unos años llamaba la atención que hubiera personas de otras razas conviviendo entre nosotros. Hoy resulta del todo normal aunque recordar la mirada entre alucine y miedo cuando algún negro hombretón montaba en el autobús, me hace sonreír.
Casi todo a fuerza de verlo y vivir con ello hace acostumbrarnos hasta  asumir que todo eso es lo normal.
Para la moda, tecnología, convivencia, música, actividades bien. Ahora, espero que en otras cosas ni se nos ocurra.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ande, ande, ande que Marimorena

Ayer en un sucio Madrid presentaron la Navidad nuestros representantes políticos, como si fuera un flamante jugador de fútbol. 
La iluminación del árbol está patrocinado por Loterías y Apuestas del ESTADO con toda su vergüenza torera y está situado en la parada de metro Vodafón, perdón quiero decir la Puerta del Sol.
Para esta pantomima hicieron como no podía ser de otra manera una gran limpieza, las fotos no huelen pero delatan. Quitaron la basura para ponerse ellos, lo uno por lo otro (y la ciudad sin barrer).
Con sus pérfidos fines también limpiaron o por lo menos lo intentaron, quitar del medio a Jorge y las personas que le acompañan con su reivindicación en forma de huelga de hambre, donde solicitan que el Presidente de Gobierno dimita y se vaya (yo añadiría a la mierda, pero es que se nos quedaría en la Villa y Corte).
Y claro una se pone a pensar y le surgen preguntas. 
¿La navidad no viene sola? ¿por que la presenten como si se nos pudiera olvidar? que yo sepa, es una católica tradición que se celebra desde hace casi dos mil años eso sí, faltan aún más de mes y medio.
Un derroche para unas arcas que no tienen ni cucarachas ya que éstas, más listas, prefieren las castizas calles del centro.
Mucha prisa tienen y por más luz que pongan no ocultarán en la sombra la miseria humana demostrada, que  lucirá igual sino más evidente.
¿Y qué pasa con los huelguistas de hambre pidiendo que Rajoy se vaya?¿ no les gusta que pasen hambre por voluntad propia?, ¿tal vez les agradaría más que esta gente pase hambre con los medios que proporciona el Estado? Paro, falta de ayudas, pobreza, penuria, olvido.... ¡cómo Dios manda!
Por mucho que corran Ana o Nacho, ni la navidad llegará antes, ni la gente podrá gastarse lo que no tiene. No van a callar a nadie, ni vamos a dejar de considerarlos responsables de como va está capital en todos los sentidos, sería tan absurdo como mezquino.
Está visto que la pandereta no hay que guardarla en todo el año. 

lunes, 11 de noviembre de 2013

Rojo Crisis

Dicen que en tiempo de crisis la venta de carmín rojo se dispara.
Con esta afirmación en el cuerpo, te paseas por la calle y resulta que nos hemos echado como locas a por el color en cuestión. Entonces llegas a la conclusión: estamos en crisis fijo.
Hace unos años había un mensaje sobre la autoestima de la mujer que ya no engrosaba la lista de juveniles, que sólo mayores de 40 podían llevar con la gracia y salero de la madurez el colorcito de marras. Si eras más joven se te tachaba del deshonroso puta.
La sociedad siempre con mensajes tan recalcitrantes para que no eches los pies fuera del tiesto.
Pero ahora mismo te pones un color concreto de labios, porque la rabiosa actualidad de las marcas de cosméticos se ha echado la moda a la espalda y han marcado que la mujer, que digan lo que digan es la gran receptora de todo el tejemaneje que es la moda mayormente, y que para ser lo más tiene que llevar el labio como un clavel reventón. Si eres más romántica, morritos de apasionado rojo rosa.
Cual es el mensaje entonces, ¿qué nos pintemos de rojo que lo marca la moda, o que como andamos con la economía petarda nos colocamos de rouge loco? Creo que tiene la misma música.
En este laberinto de pasiones moda/economía se incluye otro factor: el largo de las faldas y/o pantalones. 
Nos han marcado la aplicación economías reguleras igual, piernas al aire. 
Y que curioso que llevamos un par de años en que las mujeres de todas las edades nos ha dado por el pantalón de longitud ínfima, tacón vertiginoso y labios rojazos. Por separado vaya, pero mejor en pack. ¡Qué aplicadas féminas!
Todo es producto de la moda que nos marca como debemos vestir, peor, como debemos exhibirnos. Las marcas las mueve el capitalismo que inclina la balanza económica.
Y nos pintamos y vestimos como nos marcan, y ahora estamos en crisis.
Y es una crisis de valores, entre ellos el auge del machismo recalcitrante que continúa marcando tendencia.
Qué pena que no nos paremos a pensar porqué es justo ahora, que nos dicen que debe ser así.

Me voy a pintar los labios

miércoles, 9 de octubre de 2013

Querido Profesor

 Hace poco leí en un red social de una amiga que es profesora en otro país, llevando el idioma, cultura y su buen hacer a los alumnos, uno de los cuales le ha agradecido su trabajo, motivando aún más en el estudio.
Igual estamos viendo, como en muchos medios de comunicación también se les está haciendo un merecido homenaje, y más con lo que les está cayendo, y como se están partiendo el alma por la educación.
Esos profesores que de una u otra manera han estado con nosotros, que nos lo han hecho pasar mal muchas veces, y nos han abierto los ojos, aunque como niños o adolescentes hayamos tardado en darnos cuenta de su esfuerzo y cariño, no sólo docente.
Con todo esto he tenido oportunidad de recordar mis tiempos del colegio, entonces se hacía la EGB.
Eran finales de los setenta, y apenas empezaba a tener conciencia de lo que estaba ocurriendo en mi país. Acababa de morir Franco y eran los tiempos de la transición.
Entonces tendría once o doce años y era una niña terriblemente tímida, terroríficamente tímida, era una niña rara y ya despuntaba una en no querer ser una “mujercita”, prefería jugar al rescate o montar en patín, ahora monopatín, que a las muñecas o a la goma con otras niñas.
Tardé unos treinta años, en una de esas cenas que se organizan de antiguos alumnos, en descubrir lo que pensaban mis compañeros de mi y claro, lo que yo pensaba de ellos. Pero eso es otra historia.
Entre mis muchas virtudes era pasar desapercibida totalmente y la inseguridad, me hizo una pésima estudiante infantil. Con los años se descubrió que los conocimientos los tenía, que era buena en muchas materias, pero al parecer no me daba la real gana. Cierto, no me daba la real gana, para disgusto paterno.
Entonces hasta sexto teníamos a un mismo profesor y a partir de de entonces, pasábamos a tener uno por materia.
Recuerdo el día que entró el profesor y que iba a tener durante varios años, el encargado de las materias de Lengua y Literatura.
Un tipo alto, moreno, flaco vestido pantalón gris, jersey de pico y el cuello de una camisa locamente acomodado. Llevaba una pila de periódicos que hacía tambalearse, con una cartera llevada igualmente de forma acrobática. Lo recuerdo con la nitidez de la repetición, día tras día, durante 3 años. Así aparecía siempre cargado y desgarbado.
“Hola chicos, me llamo José Antonio Medina y seré vuestro profesor de Lengua”.
Qué grande José Antonio Medina. Fue el profesor. Mi profesor. Hubo muchos, muchas materias, muchas anécdotas, pero él es el profesor con letras mayúsculas de aquella época.
José Antonio hizo magia conmigo. La curiosidad, avidez y entusiasmo fueron despertadas. No fue un profesor al uso, de hecho fueron algunos años después cuando  lengua y literatura, ortografía y gramática aparecieron más tarde, que aprecié y aprendí con ganas y esmero.
Sus clases consistían en contarnos la actualidad, leer distintos periódicos, sacar conclusiones, entender lo que ocurría en nuestra sociedad, los cambios y entender lo que había sido y estaba siendo la historia de entonces.
Nos animó a leer y escribir, a amar las letras, sentir los libros como historia magníficas descubriendo maravillosas aventuras. Daba lo mismo cuales fueran, infantiles, juveniles, los clásicos o aquellos best-beller que caían en mis manos.
Ese hombre despertó en mí la pasión por leer y a la vez contar historias, incluso por interpretarlas. Me animó tanto que escribí cientos de pequeñas obras de teatro, de unos quince minutos, formando un grupito de teatro para interpretarlas.
Yo, la chica tímida de clase que apenas hablaba y se moría ante la pizarra, resultó ser una apasionada y enamorada de las letras.
Unos años después, me contó mi madre con una mezcla entre orgullo y sentimiento de culpa, que aquel profesor les llamó y contó de mi hacer literario, lo fructífera que era porque todos los días le presentaba escritos, cientos. Entre lo que leía y escribía no había tiempo para más, estaba enamorada de las palabras.
Por lo visto a mis progenitores no les hizo mucha gracia que la niña, ya rara entonces, fuese animada a contemplar como posible profesión la de escritora o imagino, cualquiera que tuviera que ver con el mundo literario. Así salieron y fueron las cosas. Sí que me hubiera encantado intentarlo, pero nunca podré negar que la decisión de encarrilar mis pasos por cualquier sitio, no fue sino un acto de amor de mis padres, para procurarme un futuro serio. Sin más.
Han pasado muchos años y ese amor nunca se fue, aunque lo de escribir se haya resistido, aunque no me ponga de forma seria, aunque nunca debe decirse “lo del agua”.
Leer siempre lo he hecho, a veces más apasionada, otras con más tranquilidad. Mi vida y mi casa está llena de libros. Situación que he tenido la oportunidad de calibrar al peso, en algunas de las múltiples mudanzas habidas en mi vida.
Pero fue él, la mecha o detonante, la libertad que me ofreció para acercarme a este apasionante mundo, y procurarme un romance eterno con los libros.
Tuve muchos profesores a lo largo de mis años. Algunos amé, otros odié, respeté, de más mayor compartí además de salidas, puntos de vista, cañas, discusiones e ilusiones, pero es José Antonio Medina, al profesor que hoy quiero hacer el honor de decir que fue: MI PROFESOR.

martes, 1 de octubre de 2013

Octubre, la Puerta del Otoño (Productos de Temporada)


Vuelvo a la carga con el tema, el cual, estimo interesante y conveniente. Contar con toda la información, nos da el poder elegir las posibilidades, pero sobre todo atendemos a muchas más cosas que comprar un simple alimento.
La naturaleza, sabía como sabemos que es, nos provee en cada momento, con lo que el cuerpo necesita. El cambio de estación, conlleva en la mayor parte de los casos, un cambio también en nuestras costumbres. Desde el cambio de vestuario, los que andamos por estas tierras, empezamos a sacar del armario, chaquetas, pañuelos y los socorridos vaqueros, que son el comodín de armario; aunque a veces surgen  resistencias, a ponernos más ropa encima.
Los días se acortan rápidamente, y si hace pocos días, a las ocho de la noche aún había luz, y ánimo para continuar las tareas, la oscuridad que nos atropella sin darnos cuenta.
Hay que tener cuidado con este mes, para las personas que están tocadas de las emociones, es un tiempo propicio para que los estados de ánimo caigan por los suelos con las consecuencias de alguna depresión que otra.
Empieza la rutina, que el verano relajó, en modo de vacaciones, el calor abrumante que nos adormecía, y empiezan las temporadas de colegios, clases, rutinas de cursos, gimnasios, actividades.
De una semana a otra, hemos empezado algunos a hacer ojitos a los calcetines, que estaban tan a gusto, disfrutando también de su merecido descanso estival.
Ni decir tiene la tendencia de los lugares a controlar los aires acondicionados, desde los medios de transporte, inexistente en algunos, y en otros con una presencia glacial.
Tomas un metro y luego un autobús, da lo mismo el orden, y al día siguiente, eres un candidato perfecto para que los virus, acampen a sus anchas en tu organismo.
La luz y colores cambian, empiezan las lluvias (benditas), las tareas y octubre aparece con los ajustes físicos y emocionales.
Y que hace la naturaleza, nos provee de los alimentos que el cuerpo necesita para esos cambios. Aunque los grandes almacenes, invernaderos e importadores del otro lado del mundo se concentren en hacer lineal la cadena de productos.
Insisto, quien tiene información suficiente, en su elección tiene más ventajas, y la posibilidad de acertar es, más clara.
Por supuestísimo, que si te apetece comer durante todo el año uvas: cómetelas, y feliz. Si puedes, te sientan de perlas, las encuentras y te parecen perlas ricas del Olimpo. Para dentro. Uvas, o lo que te dé la realísima gana.
Y llegados a este punto, vamos a darle un poquito al listado de los productos de temporada, en esta Península ibérica y zona sur de Europa. Vamos a ellos:
Frutas
Aguacate, caqui, chirimoya, granada, higo, kiwi, limón, mandarina, mango, manzana, melocotón, melón, membrillo, naranja, nectarina, pera, plátano y uva.
Verduras y hortalizas
Acelga, ajo, alcachofa, apio, berenjena, brócoli, calabacín, calabaza, cardo, cebolla, col lombarda, coliflor, endibia, escarola, espinaca, guisante, judía verde, lechuga, nabo, pepino, pimiento, puerro, rábano, remolacha, repollo, tomate y zanahoria.
Pescados y mariscos
Almejas, berberechos, bonito, buey de mar, camarón, carpa, centollo, cigala, congrio, dorada, fletán, gamba roja, gamba gris, jurel, liba, mejillones, mero, nécora, palometa, perca, pez espada, pulpo, ostras, salmón, salmonete, sardina, tiburón y trucha.
Carnes
Becada, cerdo, cochinillo, codorniz, conejo, conejo de monte, cordero, faisán, gallina, liebre, pato, pavo, perdiz, pollo, ternera, vaca y venado.
Sobre todo con las frutas y verduras, al ser su época, tienen todas las papeletas para que su sabor sea más intenso y rico, ya que tiene tendencia a saber a corcho cuando no toca y eso, siempre es un aliciente.
Igualmente octubre, tiene “r” , dicen que los meses que contienen esa letra son buenos para los mariscos. A
mi, que me pirrian, no voy a poner pegas a un nécora en ningún mes del año, lo digo ya. 
Empiezan temporada de caza y pesca (no me gusta nada, de nada el tema) y es cierto, que en muchas regiones de este país, los preparan con mucho acierto.
Esto es lo que nos presenta octubre, a parte de la caída de las hojas y el pelo (sin susto, así es), que no sepas si ponerte las sandalias con calcetines y echarte una colchita para mitad de la noche, cocerte como una gamba.
Lo dicho, come lo que te apetezca, y quieras, si te sabe rico y te gusta, no soy quien para decir ni media. Cada uno a sus pecados.

lunes, 30 de septiembre de 2013

¡Entiende, si te digo tango!

Mi nombre es Yolanda y soy milonguera, vivo y siento el tango como forma de mi ser.
la milonga (lugar)
Entre las cualidades que tenemos los milongueros, se encuentra el que estemos hablando de ello a jornada completa, y si nos pillas en los comienzos, puedes encontrarte con una persona obsesiva compulsiva, en la que sólo piensa en bailar.
Todos los que estamos en este universo cambiamos nuestras costumbres, tenemos una forma de hablar, decir, hacer, viajar y un montón de cosas más, que quienes no están familiarizados con nuestra actividad, en la mayor parte de las ocasiones, no entienda ni papa.
Como mujer afortunada (en general), tengo la suerte de contar con muchas amistades, tanto en persona, como por la redes sociales, que la vida es así, sin entrar en discusiones de ningún otro tipo, muchas de ellas que son tangueras y de un montón de lugares. 
Lo que nos contamos, decimos, nos hace reír, asombrar y comprobar que quienes no están al tango (está bien escrito), no entienden, si quiera pueden sospechar, lo que hacemos.
Después de algunos comentarios, que han sido interpretados de forma escasamente acertada pensé: ¿por qué no echar una mano y despejar algunas dudas?.
Esta es la tarea, contar que significan ciertos conceptos, aunque por muchas palabras que pueda invertir, nunca, nunca, puedes siquiera imaginar, lo que significa todo esto    en el corazón de un milonguero.
Bueno, vamos a empezar a dar un repasito al tema.
Lo que hay que saber sobre todo, que es un baile, una danza, como quien hace por ejemplo bailes de salón, latinos, o cualquier otro género, en el que puedes ir a algún local, bailar, intercambiar y comunicarte a través de esto.
Me refiero, que un milonguero o tanguero, baila digamos a nivel usuario, con técnica aprendida en las clases, bailar y practicar. No incluyo específicamente en todo esto, a los profesionales que se dedican a dar clase, o a bailar profesionalmente, sino al común de los mortales, que abandonan el hogar con los zapatos al hombro, a echarse unos bailes. Ni más ni menos. Aunque por supuesto, los profesionales del tango, hacen exactamente lo mismo, que el resto.
Tango. Tango es una música, una danza, una mezcla de sensaciones igualmente.
Si quieres saber de su historia, obra y milagros, wikipedia, y otras muchas páginas facilitan magnífica información.
clase de tango
Cuando hablamos de tango, concretamos en el baile. En general quien dice que baila tango milonguero, suele referirse al tango, el vals criollo y la milonga.
Lo más “correcto” es decir que eres milonguero más que tanguero, aunque tampoco hay que darle muchas vueltas.
Cuando hablamos de milonga nos podemos referir a 3 posibilidades: la mentira, eso de no me cuentes milongas; el género musical para bailar, y el lugar genérico donde se baila.
Cuando escuches o leas, voy a la “milonga tal”, queremos decir donde vamos a ir. He bailado milonga con “quien sea”, obvio el género.
Las milongas, lugares donde bailamos, suelen tener asignados nombre, generalmente muy relacionados con el mundo del tango, letras, o personajes ilustres, que se han hecho cotidianos para los milongueros.
Otro término, que no hace mucha falta interpretar: los tacos o los zapatos de las féminas.
Sacar viruta al piso, ni pienso comentar.
Hablar del abrazo, eso lo dejo para otra ocasión, que merece ese punto.
Una de las cosas que solemos hacer los tangueros, caldo de cultivo para que el común de los mortales se haga líos de gran calibre, son los viajes.
El milonguero, cuando viaja por cualquier tema, sea por trabajo, ocio o personal, en la maleta, hay que tener un sitio para al menos, los zapatos. Porque vas a un lugar nuevo, y te interesas por las milongas de allí, para que una vez terminada tu jornada, te vas a las milongas de turno, a bailarte con los de allí. No importa que vayas a China, Rusia Jamaica, o Málaga, tu te enteras de las milongas que hay esos días, y apareces. Nosotros hablamos tango, no importa nada más.
Otra cosa que hacemos es asistir, a saber: encuentros, festivales o maratones. Bailar, sin descanso.
Son reuniones que alguien en algún lugar, organiza ese evento. Te inscribes, viajas, abrazas, bailas, te pones como loco con la energía y regresas con las pilas cargadas de emociones y nuevos amigos y amigas tangueros.
foto de familia de un encuentro tanguero
La diferencia suele ser la organización, los días, puedes encontrar algunos que son de fin de semana, maratones sobre todo, donde se pone música sin parar 48 horas, y si te da el cuerpo, ahí tienes. Algunos pueden durar una semana entera, lo común de encuentros y festivales son unso 4 días.
El aforo, hay pequeños desde 200 personas (100 parejas) hasta lo más de 2.000. Los primeros se llaman encuentros, cuando son más 250 personas, aproximadamente, son festivales. Las inscripciones suelen ser para que haya paridad en el género. No encontrar  200 de uno y 50 del otro. Vamos a todos a bailar, y eso es una pifia organizativa
Las horas de baile; milongas de cierto número horas, que les precede otra. En algunos de ellos existe la posibilidad de encontrar exhibiciones por parte de profesionales, que a su vez, dan clases. Todo son ejemplos, porque se dan todas las posibilidades imaginables.
zapato de tango (taco)
Esto tiene muchas formas, horas e idiomas. En la sustancia es que alguien organiza un evento tanguero, y allá que vamos, con el fin de común de bailar.
Le puedo poner poesía, pasión y arrebato, pero eso para otra ocasión.
Por supuesto, todo lo expuesto, no quiere significar que es mejor ni peor, que otra pasión, estoy hablando de la mía.
Puede que no me entiendas cuando voy de noche a bailar, que me acueste tarde, que me gaste tiempo y dinero en irme a cualquier lugar, sólo a bailar. Que cambie mi forma de vestir, y prefiera adquirir unos zapatos de tango nuevos, a otra cosa, o que elija de entre mis planes, cada día ir a bailar tango, sin más.

Todo esto que te cuento, es para que aunque te parezca un locura, es mi bendita locura, que te invito a, que de alguna manera, te encuentres más cerca de mi.



miércoles, 18 de septiembre de 2013

Siento tango. Bailo tango


Cuando conocí el mundo del tango, y quedé atrapada en este universo, pensé: ¡el mundo tiene solución! Cuatro años después, continúo pensándolo.
Como todo, tiene su tiempo, pero este tiempo es de esperanza.
Quien observe de fuera este baile, tiene unos sentimientos encontrados. En general, no suele dejarte frío.
Si lo ves en teatro, la puesta en escena te deja fascinado, viendo esas figuras imposibles, que son muchas, muchas, muchísimas horas de práctica y ensayos.
Como espectador de una milonga, sin saber nada más que los estereotipos, no llegar a comprender. 
Pero el tango no se comprende, se siente. No tiene preguntas, ni respuesta, tiene momentos colgados de música, entrelazados en abrazos, ojos cerrados, y pasos sin lógica.
Una gran frase, que me dijo alguien especial, un músico que se acercó a ver una milonga, y aun siendo de otro género musical, le interesaba conocer ese mundo en el que pensaba de día y pasaba las noches. 
Después de un par de horas mirándonos danzar, cambiar de tanda, pareja, abrazos, y mirar (como casi todos) hipnotizado los pies que pasaban delante de los ojos, estuvimos paseando y por supuesto, le pregunté, que le había parecido, rotundo dijo: "los tangueros estáis locos de los pies". Me eché a reír, pero me pareció muy acertada la definición.
Bendita música, que nos vuelve locos los pies, y el corazón desbocado. Esos abrazos tan reales y cercanos, que pocos tienen la fortuna de disfrutar.
El tango es una cultura que viene del sur del continente americano. Argentina, que es como la meca para los tangueros de cualquier lugar del mundo, y que formamos parte de ese  desperdigado corazón tanguero, y aspiramos a pisar alguna vez.
Pisar y sacar viruta a la pista.
Aunque, en realidad, tenemos nuestro pequeño rincón de Buenos Aires, escondido por la ciudad.
Si tienes suerte, muchos rincones ocultos en la semana, donde el común ciudadano no sabe que vamos a darnos abrazos, a chispearnos los ojos, y llenar el corazón.
Cuando bailas tango, se te olvida el mundo. 
Al segundo tango, a la pregunta de como estás, es bien. Muy bien. Se te llenó el alma de compases, y el cuerpo de abrazo.
El tiempo dejó de existir. De repente, ya no siente la obligación de madrugar al día siguiente.
Si vienes con pesares, siempre hay una tanda que llena de tango, abrazo y cariño, lo diluye. Es un disolvente emocional.
Te emborrachas con la noche, compartiendo sentimiento, con otro como tu.
Te llenas de amigos, y risas.
Te brilla la piel y la sonrisa, deslumbra.  
A veces el cansancio y la pereza, te amarra al confort de sillón, aunque no importa su insistencia.
Te arreglas y conviertes en bailarina. En bailarín. Lustras el sentimiento, y te vas.
Atrapas la noche en el sentido contrario.
Llegas, arrastrando gotas de sueño, y entonces, suena la música.
Manos amables y mágicas ponen uno tras otro, un tango… o tango. Una milonga, un vals.
Bailas y bailas, el sueño desparece, y te embrigan las sensaciones.
Minutos después, olvidaste el cansancio. Una hora después, ya no hay prisa.
Casi a final, no crees que esté terminando. ¿Cuándo empezó a noche?.
Llegas a casa, cansada y los pies ruinosos, pero no duermes. Bostezas, y no duermes. Relajas y empiezan los síntomas nocturnos, por fin, a mecerte.
En las primeras duermevelas, sabiendo las pocas horas de descanso que te quedan, sabes y agradeces la decisión que tomaste.
He pensado muchas veces en la suerte de haber llegado hasta aquí.
La felicidad que siento, cuando bailo, y se arrastra por el resto de mi vida.
Que buena vida, saber que tengo tango.
Me da lo mismo, si cuando esto acabe voy al cielo o al infierno. O me toca purgatorio.
Mientras haya tango, el lugar, me da lo mismo.