Chocolates con
licor adentro. Creo que deben ser así como les gustan.
- Se decide
entonces por estos bombones ¿no prefiere los de chocolate con leche y frutos
secos? Son los que más salida tienen.
Había aprovechado
la fiesta que le iban a dar a una compañera, que dejaba el trabajo porque había
decidido que quería escribir un libro y dejaba hasta la ciudad. Bueno aquella
mujer era más que una compañera, era una de las personas importantes de su
vida, una buena amiga. Era entusiasta, inteligente y divertida, y la iba a
echar de menos como no podía imaginar. Contarse confidencias y poder relajarse
con alguien como ella no tenía precio.
La caja de
bombones para la fiesta era una excusa para acercarse a otra persona, una mujer
que había empezado hacia unas semanas y le tenía robado el pensamiento. No se
lo había dicho a nadie, siquiera a su amiga. Ella estaba tan contenta con todos
los preparativos y expectativas del cambio que no quería molestar con aquello,
aunque estaba seguro que ella hubiera sido capaz de abrir el camino a su
encuentro.
- De postre he
traído bombones.- Dijo saliendo del despacho. Mientras abría la caja miró a su
amiga que le regaló una sonrisa y un guiño complice.
- Gracias Santi
eres maravilloso, como sabes que me pirria el chocolate con…. ¿licor?
- ¿rellenos de
licor? Me encanta. – La voz de ella resonó a su espalda. Cogió uno le dio las
gracias con una tímida mirada.
- Era por endulzar
tu marcha, que sabes te vamos a echar de menos. Y yo, él que más.
Laura se dirigió a
su amigo y agarrándole del brazo le separó del grupo entre risas, con un par de
vasos de exquisito plástico llenos de cava.
- ¡Ay Santiago de
mis amores ! Tu no has traído ese chocolate para mí, tu lo has traído
para…. ¿cómo se llama la nueva Carlota, Carolina, Caridad..?
- Carolina. – Dijo
sin dudar, dándose cuenta que acababa de delatarse ante su amiga.
- Como te conozco
amigo ¿y por qué no le invitas a salir?
- Así, por las
buenas. No sé ni por donde acercarme. Qué quieres que te diga, entre que me
quedo sin amiga, el trabajo, la…
- La nada guapo,
no le busques tres pies al gato que nos conocemos.
- Pues mejor, así
no tengo que decirte nada.
- ¿Sabes? también me
da pena dejar todo esto pero claro, el proyecto que tengo entre manos, el cambio
de aires, dejar la ciudad…. Estoy feliz de verdad.
- Allí a echar la
siesta debajo la parra, dejar que te cuide tu tía y a escribir. Hombre, mal
plan no es.
- ¿Verdad?
¿Vendrás a verme?
- Si tú prometes
tenerme al tanto.
- Desde que
encontré los diarios de mi bisabuela, estoy deseando empezar con ello. Bueno,
volvamos con todos... y con Carolina- y soltó una sonrisita maliciosa mientras le
dejaba, mirándola y echándola ya un poco de menos.
Que mujer, como
apreciaba su amistad y como le conocía. Eso le producía cierta inquietud en muchas
ocasiones.
Se acercó a la
fiesta de nuevo y casi se le para el corazón. Ahí estaba Laura dándole cháchara
a Carolina. No daba crédito lo de esta mujer, tenía miles de cosas que hacer, y
antes de nada ya estaba intrigando. ¡Cuánto la apreciaba! pensó sonriendo.

Se plantaron las
dos delante de él y mientras Laura le daba dos besos de despedida, dirigiéndose a la mujer dijo: - Si necesitas
cualquier cosa, esta es la persona- Y se fue sin más. No necesitaba verle la
cara para saber que le dejaba a los pies de los leones.
- Me ha dicho
Laura que te gusta salir al monte a caminar.
- ¿Eeeh? Si, si,
es verdad. Este sábado voy a dar una vuelta por la Pedriza y…
Interrumpiendo su
divagar le asaltó – ¿Te importa si te acompaño? Me apetece un montón y no
conozco a nadie y bueno, me dijo que no te importaría…. – mientras sus ojos
buscaban el suelo, con la posibilidad que se abriese en ese momento,
desaparecer y estar agradecida por siempre.
El estupor de
Santiago se mezcló con la alegre sorpresa que le acaba de preparar su amiga. –
Por supuesto, estaré encantado que vengas.
- Bien, te paso mi
teléfono y charlamos estos días entonces. Gracias de corazón.- Y salió volando de su lado.
Si alguna vez
hubiera pensado que existiese alguna persona que tuviera el poder extraordinario
de hacer realidad los deseos, nunca hubiera imaginado que además ,fuera su
amiga. Como quería a esa mujer.
Se metió un bombón
en la boca y sintió como el licor corría por la garganta. Y él era un bobo
porque sabía cuanto le desagradaban los chocolates con licor adentro a su
amiga.
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