miércoles, 26 de marzo de 2014

Yolirelatos: Despedida con Chocolate

Chocolates con licor adentro. Creo que deben ser así como les gustan.
- Se decide entonces por estos bombones ¿no prefiere los de chocolate con leche y frutos secos? Son los que más salida tienen.
- No gracias. Y por favor, son para regalo.
Había aprovechado la fiesta que le iban a dar a una compañera, que dejaba el trabajo porque había decidido que quería escribir un libro y dejaba hasta la ciudad. Bueno aquella mujer era más que una compañera, era una de las personas importantes de su vida, una buena amiga. Era entusiasta, inteligente y divertida, y la iba a echar de menos como no podía imaginar. Contarse confidencias y poder relajarse con alguien como ella no tenía precio.
La caja de bombones para la fiesta era una excusa para acercarse a otra persona, una mujer que había empezado hacia unas semanas y le tenía robado el pensamiento. No se lo había dicho a nadie, siquiera a su amiga. Ella estaba tan contenta con todos los preparativos y expectativas del cambio que no quería molestar con aquello, aunque estaba seguro que ella hubiera sido capaz de abrir el camino a su encuentro.
- De postre he traído bombones.- Dijo saliendo del despacho. Mientras abría la caja miró a su amiga que le regaló una sonrisa y un guiño complice.
- Gracias Santi eres maravilloso, como sabes que me pirria el chocolate con…. ¿licor?
- ¿rellenos de licor? Me encanta. – La voz de ella resonó a su espalda. Cogió uno le dio las gracias con una tímida mirada.
- Era por endulzar tu marcha, que sabes te vamos a echar de menos. Y yo, él que más.
Laura se dirigió a su amigo y agarrándole del brazo le separó del grupo entre risas, con un par de vasos de exquisito plástico llenos de cava.
- ¡Ay Santiago de mis amores ! Tu no has traído ese chocolate para mí, tu lo has traído para…. ¿cómo se llama la nueva Carlota, Carolina, Caridad..?
- Carolina. – Dijo sin dudar, dándose cuenta que acababa de delatarse ante su amiga.
- Como te conozco amigo ¿y por qué no le invitas a salir?
- Así, por las buenas. No sé ni por donde acercarme. Qué quieres que te diga, entre que me quedo sin amiga, el trabajo, la…
- La nada guapo, no le busques tres pies al gato que nos conocemos.
- Pues mejor, así no tengo que decirte nada.
- ¿Sabes? también me da pena dejar todo esto pero claro, el proyecto que tengo entre manos, el cambio de aires, dejar la ciudad…. Estoy feliz de verdad.
- Allí a echar la siesta debajo la parra, dejar que te cuide tu tía y a escribir. Hombre, mal plan no es.
- ¿Verdad? ¿Vendrás a verme?
- Si tú prometes tenerme al tanto.
- Desde que encontré los diarios de mi bisabuela, estoy deseando empezar con ello. Bueno, volvamos con todos... y con Carolina- y soltó una sonrisita maliciosa mientras le dejaba, mirándola y echándola ya un poco de menos.
Que mujer, como apreciaba su amistad y como le conocía. Eso le producía cierta inquietud en muchas ocasiones.
Se acercó a la fiesta de nuevo y casi se le para el corazón. Ahí estaba Laura dándole cháchara a Carolina. No daba crédito lo de esta mujer, tenía miles de cosas que hacer, y antes de nada ya estaba intrigando. ¡Cuánto la apreciaba! pensó sonriendo.
- Bueno chicos, me disculpáis tengo que recoger alguna cosa más y marcharme. Os agradezco todo esto. No os olvidéis de mí- Y la oficina empezó a vitorear y aplaudir a una sonriente Laura, que se fue hacía él, a la vez que hacía un gesto de acercarse a  la chica.
Se plantaron las dos delante de él y mientras Laura le daba dos besos de despedida, dirigiéndose a la mujer dijo: - Si necesitas cualquier cosa, esta es la persona- Y se fue sin más. No necesitaba verle la cara para saber que le dejaba a los pies de los leones.
- Me ha dicho Laura que te gusta salir al monte a caminar.
- ¿Eeeh? Si, si, es verdad. Este sábado voy a dar una vuelta por la Pedriza y…
Interrumpiendo su divagar le asaltó – ¿Te importa si te acompaño? Me apetece un montón y no conozco a nadie y bueno, me dijo que no te importaría…. – mientras sus ojos buscaban el suelo, con la posibilidad que se abriese en ese momento, desaparecer y estar agradecida por siempre.
El estupor de Santiago se mezcló con la alegre sorpresa que le acaba de preparar su amiga. – Por supuesto, estaré encantado que vengas.
- Bien, te paso mi teléfono y charlamos estos días entonces. Gracias de corazón.- Y salió volando de su lado.
Si alguna vez hubiera pensado que existiese alguna persona que tuviera el poder extraordinario de hacer realidad los deseos, nunca hubiera imaginado que además ,fuera su amiga. Como quería a esa mujer.
 Se metió un bombón en la boca y sintió como el licor corría por la garganta. Y él era un bobo porque sabía cuanto le desagradaban los chocolates con licor adentro a su amiga. 

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