martes, 20 de agosto de 2013

Endorfinas tangueras

El Templete a pleno rendimiento
Reconozco que estoy a vueltas con escribir un blog, éste concretamente, desde hace mucho tiempo. Más del que estoy dispuesta a admitirme.

En general, un vez tomo la decisión de algo, me gusta trabajar en ello, ya no digo de forma tan apasionadamente intensa, que no hago más que dedicarle todo el tiempo, pero si prestarle atención en forma de momentos.
Y en cambio esto lo comencé y ahí se quedo, durmiendo el sueño de justos.
Cuando me di de alta, andaba descubriendo un mundo apasionante, una de las mejores cosas que han entrado en mi vida, me asaltaron sin control, y me han llevado a buenos puertos. Y a buenos abrazos.
¡Ay tango de mis amores!
Quienes me conocen, saben de aquel tiempo que no dormía, sólo bailaba. Cada noche, como si hubiera día siguiente.
Todos los días, como si fueran a poner falta, estaba. Desde el principio al final. Quería bailar. Necesitaba bailar.
Siempre me ha gustado la danza, pero ha sido más, a nivel de usuario.
Hace mucho aprendí bailes de salón, latinos. Más tarde hice danza del vientre, con la cual me aburrí soberanamente, tal vez habría que darle otra oportunidad. No sé.
También tuve una temporada con bollywood, y reconozco que lo pasé muy bien.
Después años, muchos años, sin bailar. Por muchos motivos, los cuales no vienen  caso, ni justifican aquel tiempo de barbecho.
El caso que un 10 de mayo de 2009, alguien me había comentado, que en el templete del Retiro había una milonga, que podía interesarme ir a verla.

Y fui, llegué, vi..... y me quedé.
Ese fue el principio de muchas cosas, puede que casi todo lo que es ahora mi vida.
Un principio feliz, sorprendente. 
Me he permitido, en esta entrada colocar unos cuantos momentos, de los muchos que atesoro. 
Tengo que dedicar, un momento de admiración y cariño a estos cuatro señores, que cada domingo organizan una milonga, ya no bonita, o al aire libre, no, mucho más una milonga abierta, para que quien quiera pueda acercarse, como entonces hice yo, a descubrir con mucho asombro el mundo tanguero de Madrid.
Ellos cada domingo, después de una semana dedicada a buscar la música que nos moverá, van a convertir El Retiro en un rincón de Buenos Aires.
Cómo me dijo uno de ellos: por el placer de hacer algo gratuito.
Porque encima, su dedicación de desinteresada. 
Y ahora, después de cuatro años, puedo decir con admiración y orgullo, que Santiago, Miguel, Marcos y Fernando, aquellos que me abrieron las puertas de tanta felicidad en forma de tango, ellos ahora, son mis amigos.
Mañana, más endorfinas tanguera, que no son ni más ni menos, que parte del germen de Incienso y Mirra.


Los imprescindibles. Caballeros del Templete, quienes hacen que cada domingo, sea una milonga el Retiro. 

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