martes, 27 de agosto de 2013

!Este tomate, sabe a tomate¡

“Estuve en el pueblo y he comido tomates que saben a tomates” 
¿Quién no ha dicho o escuchado esta afirmación durante el verano?
Lo del pueblo, para quien tenga la suerte de conservar ese remanso de paz, y que tan buenas escapadas está procurando, vacionalmente hablando, siempre es un lugar donde podemos redescubrir ciertos placeres, que la gran ciudad, o la vida apresurada que llevamos, han hecho que dejemos de lado.
Siempre y cuando, lo de “volver al pueblo”, no signifique que vas a un lugar, que es una ciudad a escala, con sus tensiones también a escala,  que las hay.
Me refiero a ese sitio, donde si vas con críos, ten por seguro que se van a asilvestrar a partir de 3 día. Porque claro, están acostumbrados a ir donde sea con carabina, que ya no te puedes tragar una hormiga a gusto, si te ve el acompañante adulto de turno.
Pero no me quiero ir por las ramas, que me voy con bastante facilidad, que para eso soy descendiente directo de Tarzán (mira, tema para otro día), sino, me voy a la tomatera.
Ese el secreto del sabor de los tomates, son de temporada estival.
Ricos, frescos y la base de un montón de platos veraniegos que nos alimentan y dan mucho juego en nuestra cocina.
Y como éste, todos. Tenemos la suerte de vivir en un país con unas características que hacen tengamos ya no sólo huertas fantásticas, sino un litoral que nos baña por los cuatro costados, montañas y pastos, y para rematar islas con ese lujo autóctono que brinda su entorno.
Es difícil distinguir que producto puede ser de un mes u otro, porque durante todo el año tenemos la suerte de contar con todo tipo de productos, sea cual sea. Vienen de todas partes del mundo, sino de invernadero, piscifactoría, o saber.
Y si apetece, y está estupendo, el podernos preparar un gazpacho, cuando nos venga en gana. Pero, no sabe igual. Evidentemente, ese olor corcho plastificado, será uno de los nada agradables alicientes, con que contaremos al tenerlo entre las manos.
Es verdad, que a veces el ir a comprar implica llevarnos las gafas de leer, porque ver de donde nos abastecen, es cuestión de volvernos casi expertos.
Para eso contamos, con nuestras tiendas cercanas, las del barrio, para que cuando regresemos a la ciudad, y sino te has ido como yo, porque seas del pueblo de Madrí, puedas empezar a llevar a casa los ricos manjares de la península.
Otra cosa que hay que tener en cuenta, que la cocina de temporada, además de darnos en cada estación, y prácticamente, cada mes ciertos productos, con todo su sabor y variedad, muchas veces es más barato, porque es de aquí, y se produce de manera natural, ahora.
Además que los productos de temporada también tienen la cualidad escondida de proveer a nuestro organismo, para prepararnos en este caso, tanto para los últimos calores veraniegos, como para el otoño. Aunque el calentamiento global y los grandes almacenes, se empeñen en diluir los cambios de estación.
Ahora que ya se va terminando agosto, y mencionar lo que ya se fue, tampoco es la información de la que estoy hablando. Septiembre, que está a la vuelta de la esquina, nos va a dar un montón de posibles alternativas,

Y como no sólo es cuestión de soltar el rollo, de lo divino de los alimentos de temporada y ya, estuve recopilando lo septiembre nos va brindar, comencemos con las frutas: aguacate, albaricoque, caqui, ciruela, chirimoya, frambuesa, granada, higo, kiwi, limón, mango, manzana, melocotón, melón, membrillo, naranja, nectarina, paraguaya, pera, plátano, sandía y uva.
Verduras y hortalizas: acelga, ajo, alcachofa, apio, berenjena, brócoli, calabacín, calabaza, cebolla, col lombarda, coliflor, endibia, escarola, espinaca, judía verde, lechuga, nabo, pepino, pimiento, puerro, rábano, remolacha, repollo, tomate y zanahoria.
Y ahora la parte que los vegetarianos y veganos, deben obviar:
Pescados y mariscos: almejas, anguila, bonito, buey de mar, calamares, camarón, carpa, cigala, centollo, congrio, dorada, fletán, gamba gris, jurel, langosta roja, liba, mejillones, mero, nécora, palometa, perca, percebe, pez espada, pulpo, ostras, salmón, sardina y trucha (meses buenos de marisco, los que tienen “r”).
Carnes: becada, cerdo, codorniz, conejo, conejo de monte, faisán, gallina, liebre, pato, perdiz, pollo, ternera y vaca.
¡Ah! Los frutos secos, que son la perdición de la hora tonta: almendras, avellanas, castañas, nueces, piñones, picas y pistachos.  Que parece mentira, pero lo son.

Evidentemente, que hay muchos que son de final de verano, y finalizando el mes y entrando en otoño, algunos irán perdiendo su temporalidad, apareciendo los otoñales.
Si te animas a cocinar productos de temporada, ganarás en salud, a parte de concienciarte con el medio en el que vives, te nutrirás con lo que necesitas, porque no hay mejor medicina que la naturaleza.
Pero todo esto es una cuestión de elección, nada más, al fin y al cabo, nos gusta tomar una ensaladita de vez en cuando, y en todas las épocas del año.
Este no es una proclama a favor de una cosa y en contra de otra, esto, como todo en a vida en es cuestión de tener información y utilizarla a favor de nuestra salud, ya sea emocional, física o económica, que nadie mejor que uno, se debería conocer.
¡¡¡Salud!!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario