miércoles, 11 de septiembre de 2013

Siempre arriba

Hubo una época de mi vida, una en concreto, larga y durísima, en la que pasé por muchas fases y aprendizajes.
Fueron tantas situaciones, emociones, lágrimas, desesperanzas, y sorprendentemente, momentos para reir, desconectar.
Durante aquel tiempo, también tuve muchos momentos de contención en el anhelo. 
Aprendes a vivir con la circunstancia de salir corriendo, sin más. No puedes hacer planes, ni comprometerte a nada. A veces repites la misma cantinela, de porqué no puedes, aunque suene a excusa, pero mi razón era poderosa. Otro día, hablaré de lo que fueron aquellos días.
Realmente una de lo que tuve la claridad y lucidez de aprender, es que no se puede estar arriba todo el tiempo. Me refiero a que por más fuerte que seas, más optimismo derroches, ánimo para repartir, buena energía para regalar, y un humor a prueba de hospitales (pista de la situación), es un desgaste estar siempre dispuesta a darlo todo tremendo.
Y aunque sólo se día, tienes derecho a sentirte mal, no mal no, lo otro peor.
A llorar por las esquinas, maldecir sin control. A hacerte un ovillo y sentir que se te va la energía por todas partes.
Incluso, aunque parezca inhumano, tienes derecho a desconectar a dejar de estar a jornada completa a los pies de la cama. No renuncias a nada por eso. Sólo recargas tu ánimo.
Porque sino, vas desgastándote sin darte cuenta, el cansancio y los nervios son malas amistades, cuando tienes que darlo todo.
Pero si un momento, no puedes, no hay ánimo, o ganas, no pasa nada, puedes retirarte a una discreto intimidad, y soltar, en la forma que quieras, todo lo que vas acumulando.
Es una suerte, la mía lo fue, contar con grandes amigos, seres humanos hechos de pasta celestial. De verdad.
Cuando entraba en el bucle de con una situación que se podía prolongar en el tiempo, me llenaban de mensajes y acciones, increíbles.
Reconozco que conmigo funciona mucho el mensaje de: En 10 minutos (o los que sean), en la calle, te recojo y nos tomamos una desconexión para charlar de lo que sea y relajarse. Porque sino, a mi las horas, se me van detrás de los días.
Saber que haces lo que tienes que hacer, y das lo que tienes y eres, pero si te falta ese segundo de fuerza, sin sentimiento de culpa, das un paso a un lado y grita. 
Porque somos humanos, y podemos estar llenos de amor para repartir y recibir, pero a veces la situación nos puede sobrepasar, y es tan injusta, que enfrentarse a pecho descubierto sin tregua, sólo acarrea bajas.
No eres mala persona, porque necesites un espacio para ti, incluso en los peores momentos de la vida.
De esta manera el resto del tiempo, que será probablemente el doscientos por cien, estarás integra, fuerte, energética y vital. 
Y le darás todo tu amor, y pasaras el tiempo necesario y más.
Pero incluso, para saber hacer todo esto, hay que saber llorarlo.



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